miércoles, 27 de abril de 2016

Filólogo

Veamos, cuando te diga empezamos la grabación ¿ok?
Listo.
Mmm fíjate bien si salimos los dos... creo que debes acercar un poco más la cámara para este lado. ¿Se nos ve? ¿Salimos bien?... ya ok... empezamos, Juan.
La señorita Marissa Díaz, estudiante de Ciencias de la Comunicación la Universidad Particular Fernándo Belaúnde Terry tenía un trabajo que presentar a su facultad, el cual consistía en hacer una entrevista a un profesor de Filología Clásica. Así fue como contactó con el profesor Manuel de la Puente de la Universidad San Francisco de Asis, a través de un correo electrónico. Sin embargo, el profesor De la Puente se encontraba de viaje y le ofreció las disculpas del caso, no obstante, le comentó que tiene un colega, un joven profesor, que pese a tener veintiocho años de edad, era uno de los mejores, y aunque este dejó la cátedra para optar por una vida solitaria, dedicada a la investigación y a la lectura de los grandes clásicos, quizá contaba con el tiempo para hacer la entrevista. Fue así como le pasó los datos de aquel joven profesor. Rápidamente, Marissa lo contactó y quedaron en encontrarse en el parque Kennedy de Miraflores.
Buenas tardes, mi nombre es Marissa Díaz y estoy aquí para entrevistar a... ¡Ay, no! ¡Borra eso! Otra vez, ¿quieres?
Como digas dijo el camarógrafo.  
Buenas tardes, mi nombre es Marissa Díaz y soy estudiante de la Universidad Privada Fernándo Belaúnde Terry. Estamos aquí para entrevistar al profesor Darío Edward Morris, quien es docente de Latín y Griego Antiguo. El profesor cuenta con un diplomado sobre la poesía en Virgilio, además es autor de los libros Tras la sombra de Virgilio y El latín no ha muerto, el muerto eres tú, donde no solo recalca lo importante que es aprender esta lengua, sino también, lanza algunas críticas con perfil filosófico sobre la sociedad «caótica» en la que vivimos debido al «modernismo tecnológico». Además, ha redactado varios artículos sobre los poetas romanos Horacio, Ovidio, Marcial y Catulo, siendo este último, uno de sus favoritos y también...
Disculpe Señorita, pero creo que ya basta de tanta presentación, con que solo diga mi nombre, me basta ¿no lo cree? dijo Darío.
La señorita Marissa Díaz, quedó un poco sorprendida y miró a su camarógrafo, Juan Gutierrez, para saber si cortaban eso o no, pero Juan le hizo una seña con el pulgar arriba, como diciendo «sigue nomás». Ella continuó y dijo:
Bien, profesor Darío, disculpe por la extensa presentación, pero es que me parece increíble que a su corta edad, ya tenga varios libros y artículos publicados. Yo soy menor que usted por tres años y me falta año y medio para terminar la carrera, pero bueno, no nos salgamos del tema y díganos ¿por qué decidió estudiar Filología Clásica a sabiendas que en nuestro país, no es una carrera rentable?
¿Sabe? Algo me decía que esa sería su primera pregunta, y si no fuera por la cámara que está ahí y su trabajo, le respondería de otro modo, pero trataré de ser cortés y solo me limitaré a decir que es por VOCACIÓN, el cual procede del latín vocatio que significa «acción de llamar». Para mí, es un «llamado» que sentí en el alma, el estudiar esta hermosa carrera sin fines de lucro, pues se siente un gran placer, algo similar a un orgasmo, cuando se lee a las grandes mentes del pasado y todo el bagaje cultural que impregnaron en sus obras. Leerlos en su lengua original, latín y griego, realmente es algo que no tiene precio.
¡Wow! Su respuesta fue maravillosa que hasta yo misma quedé sin palabras, profesor, creo que  también siento esa vocación por mi carrera y ahora lo comprendo.
Bien, señorita, qué bueno que sea así ¿alguna otra pregunta?
¿Eh? ¡Oh, si! ¿La carrera de Filología Clásica solo lo limita a trabajar como docente de lengua latina?
Eso es un mito, y con esto, veo que nuestra necrófila sociedad sigue viviendo rodeada de mitos. Muchos piensan que solo «los vagos» o los «raros» estudiamos carreras como la de Filología Clásica o Filosofía, para ser «profesorcillos» de quinta y trabajar en algún colegio de mala muerte o en academias donde nos paguen de 6 a 12 soles por hora, y no es así. Nosotros vemos al mundo de manera distinta a las que ellos nos ven. Para mí, el mundo es como un tablero de ajedrez, solo debes saber el momento preciso para mover tu ficha y hacerle jaque mate al trabajo. Uno puede enseñar en un colegio o en alguna academia, no hay problema en eso, pero estar ahí, no digo que sea algo malo, solo que significa para mí, estar sometido a reglas, a cuadernos de control, a seguir ciertos parámetros que la institución te ofrece y eso, no va conmigo. Pensé que la enseñanza universitaria era más libre, pero me bastó enseñar desde los 24 años, para saber que también existen ciertas «reglas» y más aún, una «política universitaria» que tampoco va conmigo, por eso dejé la cátedra universitaria y opté por una vida libre, la cual me facilita mucho tiempo para leer y escribir. En cuanto a ser solo «docente de lengua latina» como me lo dice, lo hago gustoso y de manera particular, además, la carrera también me ha mostrado las directrices para dedicarme a trabajos de traducción de textos y corrección de estilo, pudiendo ejercer todo eso desde la comodidad de mi hogar, sin molestar a la gente de la gran ciudad y sin que ellos me molesten.
Entiendo, profesor, pues usted lleva una vida sin mucha interacción social, ¿eh? ¿No cree que eso terminará por aislarlo y que la gente lo llegue a ver como un «loco solitario» o algo así?
Verá, señorita, la mayoría de los grandes pensadores encontraron en su soledad a su mejor compañía, ahí tiene el caso de Nietzsche, Mainländer, Anatole France, Thoreau, el genio de Spinoza, Buda, entre muchos otros. Respecto a que la gente me vea como un «loco solitario»... ¿qué no decía Erasmo que el mundo estaba lleno de locos? O incluso, el gran Diógenes dijo: «Cuando estoy rodeado de locos, me hago al loco». De alguna manera todos estamos algo locos, además, como escribí en uno de mis libros: «Los locos creen que están cuerdos, pero son los cuerdos los que creen que se están volviendo locos». Nunca me importó lo que la gente piense de mí, yo no vivo de los demás, pero me alegra saber que algunos vivan de mí. Además, al igual que el gran Beethoven, más que un loco solitario, creo que soy un «lobo solitario», pero no como el lobo de Hobbes, sino como un lobo feliz y eso me agrada, porque a diferencia de un león, que es el rey de la selva o un tigre de bengala, un lobo... jamás trabaja para el circo.
Francamente, no sé que decir, cada respuesta suya me deja pensando en muchas cosas, pero debo seguir con esto, profesor, así que dígame ¿por qué decidió especializarse en el latín? ¿No dicen que es una lengua muerta? Además, no creo que hoy en día exista mucha gente que quiera aprender latín.
Cuando me dicen que el latín es una lengua muerta, les digo que los muertos son ellos. En primer lugar, sepa que en la actualidad, cuando las personas buscan estudiar idiomas, buscan tres cosas: 1. Estudiar algo comercial, algo «actual» y novedoso de alguna manera, lo cual no digo que esté mal, pero necesitan dinero o mayores oportunidades laborales, quizá ascender de puesto o recibir una remuneración mayor en el trabajo donde están y por eso aprenden algún idioma moderno, más que hacerlo por placer, lo hacen por necesidad. También están los que estudian los idiomas modernos con fines de viajar al extranjero. 2. Existen personas que solo buscan estudiar un idioma moderno por la sutil, pero estúpida «moda», la tan apreciada y hermosa «moda»... por eso se matriculan para estudiar el idioma moderno. 3. La mayoría o quizá, casi todos, preferirán estudiar inglés, italiano, francés, alemán, chino mandarín o portugués, porque son los idiomas que mayor demanda tienen en el mercado laboral, pero ¿latín?, ¿griego antiguo?, ¿hebreo?, ¿árabe clásico? O no yendo lejos ¿quechua? La gente dice «¡Bah!, ¿para qué?», sin embargo, muchos parecen olvidar que las grandes mentes conocían esas lenguas y por eso fueron grandes eminencias de la literatura universal. En mi caso, si de lenguas o idiomas antiguos se trata, busco aprender lo difícil, porque lo fácil lo aprende cualquiera.
¡Vaya, profesor! Usted me da un poco de miedo, se le ve tan seguro con sus respuestas, que ni parpadea al decirlas cuando me mira a los ojos, pero sabe, me siento motivada, yo también quisiera aprender algo de latín. Más bien, una última pregunta ¿publicará algún nuevo libro?
Que tu motivación no solo sea momentánea y una vez terminada esta entrevista, te olvides de lo que has dicho. Busca siempre investigar las cosas, estudias comunicación, ¿cierto?, así que ya sabes lo hermoso que es la lectura y trata de leer más, siempre hay algo más que aprender cada día, y si la vida «práctica» no te la enseña, los libros lo harán. Hay muchas novelas que describen no solo la realidad, sino también el perfil psicológico de las personas que viven en ese contexto, aprende de eso y te darás cuenta que muchas veces son más realistas que nuestra propia existencia. Ya sabes, no importan las banalidades de la vida, lo importante es enviar y entender el mensaje que la vida te enseña. Para responder a tu pregunta, me encuentro escribiendo un nuevo libro que hará ver al amor y al sexo, desde otra perspectiva, quizá asuste a muchos, pero prefiero ser directo con lo que escribo, digamos que es un libro que trata sobre la lujuria.
¡Genial, profesor! Muchas gracias por su consejo en verdad, pero dígame ¿para cuándo tendrá publicada su obra sobre la lujuria?
Promptus.
Bien, con esto damos por finalizada la entrevista, mi nombre es Marissa Díaz y me despido a nombre de Juan Gutierrez, mi camarógrafo, agradeciéndole al profesor Darío Edward Morris por ofrecernos parte de su tiempo en su recargada agenda y compartir con nosotros un agradable momento académico. ¡Muchas gracias!


Título: Filólogo.
Escrito por David Misari Torpoco.
26 de abril de 2016

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